Buscá alguna cosa en particular de Hitler

viernes, 26 de septiembre de 2014

Habló la empleada doméstica de Adolf Hitler... 卐

"Podía pensar, pero no hablar", contó la mujer que sirvió al dictador en su casa de descanso en Berghof. Recordó las fiestas nazis y "los pasteles del Fuhrer". Había escapado dos días antes que termine la guerra para Alemania. 
Más de 70 años después, Kalhammer rememoró en una entrevista publicada por el diario austriaco Salzburger Nachritchen sus experiencias en la casa del dictador nazi en Berchstesgaden, uno de los rincones más idílicos de los Alpes bávaros.
"Se busca empleada doméstica. Lugar de trabajo: Berghof en Obersalzberg, en la Baviera Berchtesgaden", decía el anuncio sobre la que era la segunda residencia de Hitler.
La Oficina de empleo de la localidad austriaca de Wels escogió entre todas las solicitudes la de la entonces joven de 22 años. Sin embargo, lejos de sentirse feliz por la oportunidad, la mujer de 89 años actualmente reconoce que tuvo miedo la primera vez que llegó al que sería su lugar de trabajo hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Su madre le había pedido que no fuera, pero la mujer de la oficina de empleo le dijo que debía estar agradecida por una oportunidad por la que miles de jovencitas estarían encantadas. Hizo las maletas y tras pasar por dos puestos de control de las SS, llegó a la casa de Hitler.
"La casa estaba llena de invitados y el 'Führer" estaba allí", recordó sobre su primer día de trabajo. Enseguida la hicieron partícipe de las reglas de la casa: "Lo que se hable en la casa, no puede salir bajo ningún concepto de ella. Las faltas serán castigadas con la prohibición de poder salir de casa".

"Por suerte nunca me encontré con Hitler y no tuve que hablar con él", afirmó la mujer que nunca quiso contar a nadie sus experiencias durante la época del Tercer Reich. Sin embargo, aunque la joven no hablara con él, debía estar al tanto de todas sus manías.
"Seguía una estricta dieta para la que tenía a su propia cocinera y sólo bebía agua caliente. Pero bien entrada la noche, Hitler se escabullía a la cocina donde debía haber uno de los conocidos como 'pasteles del Führer': un pastel de varias capas de manzana con nueces y pasas", reveló.
Además, "Cuando Hitler salía en alguna ocasión a pasear fuera, estaba prohibido observarlo. Sólo podíamos verlo a través de las cortinas", asegura. El 14 de julio de 1944 fue la última vez que vieron a Hitler en Berghof, seis días antes de un atentado del que salió ligeramente herido.
"A partir de ese momento, creció el nerviosismo en Berghof y los trabajadores debían comenzar a llevar los tesoros de Hitler al bunker para el que había que bajar 95 escalones", indicó. Entre las cosas que había que trasladar al bunker había un "enorme" número de libros, cuadros y espejos.
Cuando los aliados comenzaron a acercarse a la zona, se prohibió a las jóvenes abandonar la casa. Para ello les contaron todo tipo de historias horribles de los que les iba a pasar: "Nos contaban que los negros venían a cortarnos el pelo y a violarnos".
Sin embargo, ella desobedeció la orden y huyó. Con ayuda de una amiga llegó dos días antes del final de la guerra a casa de su madre y actualmente vive en la ciudad de Salzburgo (Austria).











Ésta es la mucama de la 2da Casa de Hitler, que compratió lo que sabía acerca del ex canciller alemán.

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