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martes, 30 de septiembre de 2014

El Papa Pío XII y su apoyo a Hitler 卐

"El Papa de Hitler" de John Cornwell, que hace un recorrido por la vida de Pio XII, su antisemitismo y escandaloso silencio ante el genocidio de millones de judíos, gitanos, homosexuales y transexuales durante la segunda guerra mundial y la "solución final" de Hitler y su ejercito nazi .
Ya hubieran dicho la mitad de lo que han vertido en contra de los matrimonios homosexuales durante el genocidio nazi, cientos de miles de vidas se hubieran salvado; pero no, ante Hitler, Franco, Pinochet, Videla o Mussolini se caracterizaron por su ambigüedad, falta de contundencia y vergonzoso silencio, o en cohabitación cómplice directa. Como Jorge Arturo Agustín Medina Estévez que apoyó sin reservas a la dictadura del general Augusto Pinochet.
También los apoyos de los papas Pio XI, Pio XII y Juan XXII que dan su bendición especial a Franco en su golpe militar y guerra fraticida entre españoles.
Cuando Mussolini decidió lanzarse a una guerra de conquista, contra Etiopía, Pio XII aprobó que aquellas modernas armas de fuego que iban a masacrar africanos armados de lanzas y cuchillos, fueran bendecidas por cardenales cercanos a la sede de San Pedro. El cardenal Schuster, de Milán, proclamó la expansión fascista en África como "una guerra santa".
Nunca estuvieron más cerca, física y espiritualmente, las FF.AA. en Argentina y la Iglesia como a partir del golpe del 24 de marzo de 1976. "La Jerarquía apoyó el sistema de la desaparición de personas en forma teórica y práctica. Teóricamente, por medio de la Teología de la Dominación que legitimó la Doctrina de la Seguridad Nacional, como se ha considerado, y prácticamente, con el servicio del Vicariato Castrense, el cual, por medio del Vicario Adolfo Tortolo hasta 1982 y José M. Medina desde entonces; del Provicario Victorio Bonamín y de los 250 capellanes militares prestaron la debida "asistencia espiritual" a los desaparecedores. Debe tenerse en cuenta que el Vicario Castrense es elegido ‘por la Santa Sede de acuerdo con el Presidente de la República’. Si tenemos en cuenta el conocimiento abundante que el Papa tenía de la existencia de las desapariciones y de los centros clandestinos, se debe concluir que la Santa Sede dio su apoyo legitimador al sistema de las ‘desapariciones’"
Cuestiones bastantes indicativas para hacernos una ligera idea de quienes hoy son tan atrevidos como para erigirse en defensores de " la recta razón y moral ". La vergüenza debería ser el XI mandamiento y carecer de ella pecado capital.
En resumen, El Papa Pío XII de la Iglesia Católica, apoyaba a Hitler en el exterminio Judío, a Mussolini en la masacre frente a Etiopía y a Franco en el Golpe de Estado, por lo cual hace resaltar que un miembro de la Iglesia Católica como es el papa, tenga este pensamiento, porque si le dicen Loco a Hitler por su ideología, también lo era Pio XII.

 Hitler y el Papa en una visita a Münich

  
Los Cardenales saludando al Führer cuando venía con la máxima autoridad católica



En el verano de 1938, mientras agonizaba, Pío XI se preocupó por el antisemitismo en Europa y encargó la redacción de otra encíclica dedicada al tema. El texto que nunca vió la luz del día, se descubrió hace poco. Lo escribieron tres jesuitas, pero presumiblemente Pacelli estuvo a cargo del proyecto. Se iba a llamar Humani Generis Unitas (La unión de las raza humana) y, a pesar de sus buenas intenciones, está lleno de una antisemitismo que Pacelli había mostrado en su primer estadía en Alemania. Los Judíos, dice el texto, eran responsables de su destino, Dios los había elegido, pero ellos negaron y mataron a Cristo. Y "cegados por su sueño de triunfo mundial y éxito materialista" se merecían "la ruina material y espiritual" que se habían echado sobre sí mismos.
El documento advierte que defender a los judíos como exigen "los principios de humanidad cristianos" podría conllevar el riesgo inaceptable de caer en la trampa de la política secular. La encíclica llegó a los jesuitas de Roma a fines de 1938; hasta el día de hoy, no se sabe por qué no fue elevada a Pío XII, Pacelli, convertido en Papa el 12 de marzo de 1939, sepultó el documento en los archivos secretos y les dijo a los cardenales alemanes que iba a mantener relaciones diplomáticas normales con Hitler.
Pacelli conoció los planes nazis para exterminar a los judíos de Europa en enero de 1942. Las deportaciones a campos de exterminio habían comenzado en diciembre de 1941. A lo largo de 1942, Pacelli recibió información confiable sobre los detalles de la solución final provista por los británicos, franceses y norteamericanos en el Vaticano.
El 17 de marzo de 1942, representantes de las organizaciones judías reunidos en Suiza le enviaron un memorándum a través del nuncio papal en Berna, donde detallaban las violentas medidas antisemitas en Alemania, en sus territorios aliados y en zonas conquistadas. El memo fue excluido de los documentos de la época de la guerra que el Vaticano publicó entre 1965 y 1981.
En septiembre de 1942, el presidente norteamericano Franklin Roosevelt envió a su representante personal, Mylon Taylor, a que le pediera a Pacelli una declaración contra el exterminio de los judíos. Pacelli se negó a hablar porque debía elevarse sobre las partes beligerantes.
El 24 de diciembre de 1942, finalmente, Pacelli habló de "aquellos cientos de miles que, sin culpa propia, a veces sólo por su nacionalidad o raza, reciben la marca de la muerte o la extinción gradual". Esa fue su denuncia pública mas fuerte de la solución final.
Pero hay algo peor. Luego de la liberación de Roma, Pio XII pronunció su superioridad moral retrospectiva por haber hablado y actuado a favor de los judíos. Ante un grupo de palestinos, dijo el 3 de agosto de 1946:
"Desaprobamos todo uso de fuerza (...) como en el pasado condenamos en varias ocasiones las persecuciones que el fanatismo antisemita infligió al pueblo hebreo." Su autoexculpación grandilocuente un año después del fin de la guerra demostró que no sólo fue Papa ideal para la solución final nazi, sino que también un hipócrita.

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